Miguel estaba a mis pies, bastante muerto.
De su cabeza brotaba sangre, se extendía como una amenazadora sombra rojiza que iba desperdiciando la moqueta.
¡Joder cuánta sangre sale de su cabeza!, a su lado está la botella de “Glenlivet” rota, había servido de garrote, ¿quién es el estúpido que malgasta un “Malta” de esa manera?
Yo hubiera utilizado ese horrible jarrón, falso Murano seguro, que jodía el salón, si hubiera seguido el tratamiento que el psiquiatra prescribió para mi esquizofrenia.
Estoy seguro que entonces no hubiera malgastado esa botella de buen “Malta”.
Debería haber hecho caso al doctor. Ahora podría tomar un buen whisky mientras este gilipollas acaba de desangrarse.
No debí matar al doctor, o quizás sí, ahora qué más da.
A veces me paso un pelo pero como soy un enfermo…
Desperdicio de Malta (Francisco Juan Barata Bausach)
