¿Quién era él para fumar un cigarrillo?, sobre todo después de cien años de la prohibición. En el cuarto de control natal todos lo observaban molestos, reclamándole con los ojos, por robarles el oxígeno a que ellos tenían derecho. Los directivos de la empresa conocían los errores. ¿Qué importaban los miles de suicidios de sus productos, cuando fabricaban billones? Simplemente era un margen aceptable de pérdida; pero aquel detective los insultaba con su actitud, además quién era él para asegurar que la causa de las muertes era por la necesidad de tener un momento a solas. Lo más humillante fueron los gritos, maldiciéndolos por implantar Facebook-chips en los cerebros de los clones.
Comuna (Javier Gómez)
