Hacía unos meses que había enviudado.
Su esposa, Carmen, había muerto una noche de tormenta mientras dormía plácidamente, cosa que agradecía cada día a Dios, aunque maldecía sin cesar la pena que le producía su falta. Sonrió con nostalgia al recordar cómo cada madrugada la abrazaba, susurrándole al oído tiernas palabras de amor, acariciando su espalda, intentando despertarla para vivir un pequeño momento de amor. Ella, entonces, le sonreía adormilada, abandonándose al placer de sus besos.
Miró el reloj. Era la hora de dejar los recuerdos guardados junto a su corazón, para sacarlos durante la noche, cuando la ausencia de Carmen se hacía insoportable. Cuando su aliento no calentaba su cuello, ni sus manos recorrían su piel; cuando nadie escuchaba sus “te quiero”, ni sus besos consolaban su dolor. Cuando su cuerpo no vestía su cama, ni el gozo llenaba de música la casa.
Despacio, paso a paso, mientras las lágrimas recorrían su rostro, se encaminó hacia su vida sin Carmen.
Carmen (Isabel María Pérez Salas)

Haces unos comentarios estupendos , El voto para que es para un cocuurso? un abrazo
Me ha encantado, enhorabuena y suerte.
Un abrazo , y un voto Isabel,me gusta este tipo de relatos,directos al corazon,sin mas y bien escrito,no sobra nada.
Mi voto lo tienes siempre, tus palabras son preciosas