— ¿Te estás arrancando la piel?
— Si
— ¿Te duele?
— A veces mucho, otras, menos.
— ¿Tienes miedo?
— Sí. ¿No lo tendrías tú?
— Pero ¿qué son esos símbolos y esas letras viejas?
— No sé. Parecen parte de un guión. Pero no lo entiendo. Aparte está todo ¿borroso?
— Sí. No hay nitidez. Es como una tela ajada, usada y vuelta a usar. Qué asco.
— Sí, de verdad que da asco y más lo siento yo, que es mío. La piel es mía y el asco es mío. Aunque, pensándolo bien, en su momento, ambos fueron de utilidad.
— Y ahora, ¿qué vas a hacer?
— No tengo idea. No puedo quedarme así en carne viva para siempre.
— No, seguro que te saldrá otra piel y sin duda, será mucho más sana que ésta.
— Eso espero. ¿Durará?
— No lo sé. Tal vez dure lo que tenga que durar, ni más, ni menos.
Cambio de piel (Sandyro)
