Apoyó sus manos con disgusto en los azulejos, tratando de no pensar en el olor de ese baño decrépito. Relajó los músculos de su rostro y de su vientre, y al cabo sintió el fluir. Estaba solo; mejor así. Para él los baños públicos siempre proyectaban una vaga sombra de amenaza. De tierra hostil. Se relajó, y poco a poco hasta olvidó dónde se hallaba.
Por eso el doloroso tirón del cuello lo sorprendió tanto. Quiso gritar y no pudo, porque algo increíblemente poderoso se enroscaba alrededor de su garganta mientras lo izaba con alarmante facilidad. Trató estúpidamente de abrocharse los pantalones mientras miraba hacia arriba, y entonces notó la abertura en el techo, justo por encima de donde él había elegido pararse a orinar.
Su cuerpo desapareció por el boquete, y hubo un par de alaridos ahogados. Un estallar de huesos, y ruidos a criatura poderosa masticando.
Luego todo volvió a quedar en silencio.
El boquete (Román Ignacio Ksybala)
