Ahí está de nuevo, con alma ruin acicalada y el acecho maquillado. Se asegura de haber limpiado bien su rastro y permanece quieto, paciente, vestido con su traje de oteador de primaveras frágiles. De su manga sobresalen pulidas oratorias cargadas de almizcle y patrañas. Es un buen camaleón. Hoy tendrá sobre unos quince; mañana quién sabe si veintitrés. Eso es fácil por las redes. Con suerte manchará de victoria otra vez sus calzoncillos. Si no lo consigue, no importa. Otro día encontrará mejor conexión, y volverá a atraer a nuevas víctimas con el néctar de un amor de flor cortada.
Babosas (*L*)
