Tensando el arco, en su punto álgido y apuntando, notó que era uno con la diana, el arco y la flecha. Una sola y la misma cosa.
Conteniendo la respiración soltó dulcemente la cuerda y su alma siguió potente y ansiosa la trayectoria, como si la vida le fuera en ello.
A veces nos abandonan las fuerzas, nos vaciamos y hacemos blanco.
A veces sale un bebé.
Arquero (Juan Luís Escrivá Aznar)
