Mi padrastro solo compraba libros de ufología y esoterismo, libros que abandonaba generalmente en la sexta o séptima página. Yo, en cambio, los leía con avidez creyendo que aquello era cultura. No había poesía ni narrativa en mi casa, solo libros de Samael Aun Weor y demás autores que yacen en el polvo y en el olvido. Es por eso que practiqué la güija antes que fumarme un porro o hacer pellas en clase. Es por eso que la primera chica que besé fue la chica de la curva. Y cuando me portaba mal en clase, y el colegio requería la presencia de mis padres, mi padrastro se comunicaba con los extraterrestres en vez de hacerlo con el director.
Aquello era cultura (Óscar Montoya Martínez)
