Frágil como el cristal, vulnerable como las pompas de jabón, objeto del juego de innumerables ángeles caprichosos. Tenue y quebradiza, a merced de tus encantos y efímera como la vida, piso con mis pies descalzos los símbolos de la vanidad mundana.
Piso partituras que jamás supe leer, instrumentos que no aprenderé a tocar, libros que nunca terminaré y sinceramente, me da igual.
No me importa la materia vacua inserta en el lugar del que procede el aire que respiro, me importa solo el aire que sale de tu boca, que a diferencia del resto no me molesta si al dormir me toca.
Y si pisas hoy con fuerza como yo todo lo fugaz y momentáneo del universo que habitamos te llevaré donde los cuadros se hacen realidad, allí donde el amor victorioso alcanza su tan merecida victoria.