Fue durante una tarde de verano. Violeta emprendió la marcha por el camino de la sierra. No es exageración, Violeta cantaba a viva voz todo día. Su talento para la vida era envidiable; ella sabía muy bien como sortear los problemas y hacer de sus tragedias un botín de aprendizaje. No obstante, la sorprendió un súbito ataque de pecho, una pulmonía mal curada dijo el médico. Santi, al llegar la encontró en el umbral de la cama alegre como siempre, vivaz como siempre, y le dedicó un tierno abrazo. Sus cuerpos se fundieron con tal fervor que parecían una misma unidad de cuerpo y alma, entrelazada, fundida, así, el uno junto al otro, con sus últimas miradas, con sus últimos suspiros. Violeta percibió los sollozos que afloraban de los ojos de su amante y los limpió con sus aterciopeladas manos. Y, como quien suelta un suspiro roto, su cuerpo se disipó; no sin antes tirar al mundo una de sus finas sonrisas. ¡Vaya sonrisa! Hasta la fibra más íntima del cuerpo se viciaba de su grandeza.
El amor no acaba (Jorge Peralta)

¡Genuino, esperanzador! Pura evocación de amor incondicional.
El verdadero amor no acaba con el ocaso final. Cierto, muy cierto. Una verdadera experiencia de vida.
¡Genuino! ¡Esperanzador!
¡Hermoso! Hermoso no sólo por lo sustantivo, que ya es bastante, sino por su alto valor argumental.
De cada problema un aprendizaje, con cada caída se obtiene mayor fortaleza, un amor inigualable que te acompaña aun en los momentos más difíciles y tristes. Que excelente
Excelente! Pronfundidad en la escritura