Y él me dijo adiós, hasta siempre. Fue un adiós sonoro, hueco de sentimientos, como un verano hastío. Los años que compartimos juntos, todo quedó reducido a cenizas, a la nada. Mi vida a su lado fue efímera y a la vez se hizo tan larga…Me imagino que sería por la costumbre. Él preguntaba y yo respondía. Él me buscaba y yo le encontraba. Nos compenetrábamos de manera casi perfecta, pero no de la forma en que yo hubiera querido.
Si no hubiese llegado aquel fatídico día en que yo le mostré todos mis sentimientos sin tapujos quizá ese adiós se habría retrasado. Mi confesión se llevó por delante todo ese vínculo que habíamos construido y todo ese espacio de intimidad ficticia que habíamos creado.
Le echo de menos, sí, no lo puedo evitar. Pese a que nunca me acarició, echo de menos sus manos. Sin que sus labios tocaran los míos, me falta su boca. Soy consciente de que nuestro amor es imposible, sin embargo, yo sé que quiero ser mejor persona por él y por todo lo que aprendí a su lado.