Cuando se inclinó hacia mí para besarme me eché hacia atrás. Se extrañó.
-¿Estás bien?
-Sí…
Respondí, dubitativa. Quería ocultar el pánico que estaba sintiendo. Sonreí.
-Es que como nunca me han besado antes me dio muy mucha impresión.
Su entrecejo fruncido indicaba su turbación. Yo miraba hacia otro lado. ¿Qué le iba a decir? ¿Que acaba de recordar cómo mi hermano burlaba mi inocencia cuando era pequeña?
Estaba perdida en un océano de confusiones. Pero su mirada esperaba mi respuesta. Le besé.
-Si quieres podemos parar.
-No. Es mi fantasía.
-Pero tu cuerpo me dice que no estás preparada.
-Cuando tenía cinco años me pusieron Peter Pan. Siempre quise dejar de ser virgen el día que daba mi primer beso. ¿Me lo vas a negar?
Nos acostamos solo dos veces más.
Fuimos amigos durante muchos más años.