Somos energía, gritaste borracha de elocuencia, y yo pregunté, borracho de todo lo demás, cómo aman las partículas. Fuego, respondiste impasible, y prendiste un fósforo. Miramos la llama descender por el bastoncillo de madera hasta la yema de tus dedos. Te quemaste. Lo sé porque percibí que lagrimeabas. La combustión es la metáfora perfecta del amor, añadiste mientras el fuego se apagaba. Por qué ya no me quieres, pregunté. Porque ya no ardemos como antes, dijiste. Entonces llegó él y supe que a partir de aquel momento todos los incendios del mundo llevarían su nombre.
Amar a lo bonzo (Antonio J. Criado)
