—Un café, por favor.
— ¡Marchando!
…
—Oiga, disculpe… ¡huele a mierda!
—Y a podrido y corrupto.
— ¡Llévese esta porquería!
— ¿Le puedo poner otra cosa? Invita la casa.
—Pues… una Coca-Cola, por favor.
…
— ¿Descafeinada, sin azúcar, caliente y sin burbujas?
—Exacto: desvirtuada. Sin chispa ni esencia.
—Además, también huele a mierda.
—Lleva mucho tiempo en el mismo almacén que el café. ¿Le preparo un gin-tonic?
—Buena idea.
…
— ¿Tiene que echarle todo eso? Pasándolo por la batidora, potito multifrutas.
—Sí. Obligatoriamente.
— ¿Por qué?
—Sin artificio y estupidez, se notaría que la ginebra no hay quien la trague.
…
— ¿Una cervecita? ¿Un quinto fresquito?
—No tengo.
—Le he visto abrir la cámara.
—Solo servimos la cerveza con vino tinto.
—No tomaré nada, entonces.
—Usted no tendrá derecho a quejarse si no ha hecho una consumición.
—Váyase usted y su puto establecimiento a la mierda.
—Ahí estamos exactamente. Ya nos vamos entendiendo.
AA.AA (Abstemios Anónimos) (Yolanda López)
