A media jornada, con un sándwich vegetal y un rotttring
rojo bailándole en las manos, fascina a sus colegas de la redacción. No había querido reparar en gastos. Viajes así no suelen repetirse; qué sabía el futuro… El justo premio
por todo un año de trabajo y cuidados filiales.
Una excursión en elefante por la selva.
Paseos por pagodas en ruinas. Saltos de árbol en árbol en árbol en tirolina. Compras en barca, y un mercado por donde pasa el tren. Shiatsu… En realidad, el precio estaba tirado; también el del último placer que le brindó su hotel, cuchichea y codea desinhibido cuando las compañeras regresan a sus ordenadores.
Sumalee calienta sus manos enjutas con media taza de agua que imita al té. Once años lastran su cuerpo, plúmbeo como el vapor. El suelo está frío. Tiene sueño. Intenta una
sonrisa a la lluvia que confina el ventanuco de su sótano raquítico. Un cliente fue bueno: hoy no tendrá que trabajar.