Aquella mañana de domingo, Gerardo se levantó con un pensamiento que, de vez en cuando, le venía a la cabeza. Mentalmente empezó a silbar una melodía que le traía recuerdos de una adolescencia diferente, muy poco normal para un chaval de su edad.
Después de desayunar con su mujer, salieron de casa a dar su paseo matutino de los domingos. El sol brillaba entre las copas de los árboles y los niños derrapaban con sus bicicletas. En la orilla del lago había un abuelo que jugaba con sus nietos con un barco de juguete. Gerardo miró al suelo y sonrió. Sacó su teléfono móvil y escribió algo en el grupo de WhatsApp llamado “V.A.” que tenía con sus amigos de esa distinta adolescencia.
De regreso a casa, cerca del portal, una mujer pintaba un cuadro de una maravillosa playa. Junto a la mujer había una guitarra española. Gerardo se quedó mirando al infinito. Su esposa le dio toquecitos en el brazo para que saliera de su ensimismamiento y le preguntó:
-¿En qué piensas, cariño?
-En aquel verano azul.