Hubo un tiempo en que la Consciencia estuvo formada por incontables cuerpos. Eso fue hace eones, cuando las estrellas daban calor. Ahora, apenas unas décimas por encima del frío absoluto, vaga por la oscuridad infinita del espacio.
En un instante indeterminado percibe un flujo de energía; algo distinto a ella.
— ¿Quién eres?
—Soy la Muerte.
Una reminiscencia lejana llega a la Consciencia; un recuerdo almacenado por todas las formas de vida que han evolucionado desde la creación hasta culminar en ella. Y entonces pregunta:
— ¿Éste es el Fin?
—Sí.
Los dos entes se confunden, envueltos en un silencio eterno.
— ¿A dónde me enviarás?
—No he venido a por ti, sino a acompañarte. Nada más vive en el Universo; nada más me queda por hacer. Contigo, yo también desapareceré.
Y juntas esperan a que bajen esas décimas que detengan hasta la partícula más pequeña del Cosmos.
– 273 º (David Rubio Sánchez)
